sábado

De viaje a Lower Zambezi (Zambia)

Ya estamos listos para emprender nuestro viaje al valle del Zambezi, nos encontramos en la sala de espera de una compañía privada de avionetas en la capital de Zambia, Lusaka. Antes de iniciar nuestro viaje el piloto de origen europeo nos invita a un té frío, hace mucho calor y los ventiladores de la sala son un alivio para nosotros. Por fin el piloto nos indica que todo está listo para nuestra partida, somos los únicos que vamos a utilizar esta avioneta, salimos del hangar hacia la pista y podemos ver que vamos a volar en una antigua avioneta Islander, debe tener unos 35 años de antigüedad y la verdad es que no me transmite mucha confianza, el volar en avioneta siempre me inspira mucho temor, aunque hace años inicié los cursos para obtener el título de piloto, tuve una malísima experiencia volando desde Johannesburgo hasta Maseru, la capital de Leshoto. Aquí se había iniciado una revuelta que amenazaba con una guerra civil, la única posibilidad de poder volar hasta Maseru era en un vuelo privado ya que todo los vuelos internacionales se habían cancelado y el aeropuerto de la capital estaba cerrado, contratamos una avioneta bimotor Pipper, y en pleno vuelo uno de los motores dejó de funcionar, momento en el que piloto y copiloto se miraron con cara de incredulidad, al cabo de varios minutos el otro motor comenzó a chorrear aceite peligrosamente, después de volar así durante más de 45 minutos conseguimos encontrar una zona donde poder hacer un aterrizaje forzoso sin mucho riesgo, desde entonces mi afición a volar se limita exclusivamente a la necesidad. Sin embargo me encanta hacerlo en ultraligero o en helicóptero.

Después de volar los primeros quince minutos se nos descubre un paisaje fabuloso, intacto, sin pistas ni carreteras, donde después de unas colinas aparece el Valle del río Zambezi. El calor, el poco espacio en la avioneta, el ruido y las ganas de tomar tierra se ven recompensados con estas magníficas vistas.

Voy sentado en el último asiento de la avioneta junto con nuestros petates y nuestro equipo, afortunadamente las ventanillas de esta avioneta son grandes y no me estoy perdiendo nada del paisaje, al mirar hacia delante me hace gracia el observar a mi amigo Luis Gerardo encajado en un asiento pequeño y dando con la cabeza en el abollado techo, creo que es demasiado grande para este tipo de avionetas. Por fin podemos ver la pista aterrizaje, es una pista de arcilla que desde aquí puedo ver que tiene demasiados desniveles, quizá sea por eso por lo que no vienen a ese lugar avionetas más modernas y caras. El aterrizaje es bastante accidentado debido al estado de la pista y a los baches provocados por el aire caliente, pero nada más tocar suelo mi ánimo cambia radicalmente, ya me encuentro totalmente seguro. Nada más salir de la avioneta nos recibe un sonriente conductor local que ha sido mandado a buscarnos por la familia Cumings, de los que somos invitados en su campamento dentro del parque nacional de Lower Zambezi. La familia Cumings es conocida en todo Zambia, ya que llevan toda una vida dedicada a la conservación de la fauna, a su protección contra la caza furtiva y a su entrega en el desarrollo sostenido del turismo en una zona tan sensible como es la frontera de Zambia con Zimbabwe. Siempre han pretendido y personalmente creo que lo han conseguido, el encajar a los turistas que visitan su campamento en la vida salvaje sin crear un impacto ambiental que perjudique la zona y sus habitantes.

Nos subimos al vehículo 4x4 que nos espera y nos adentramos en el parque nacional, de camino podemos ver algunas especies típicas de este parque que yo no había visto en otras zonas como la gallina de Guinea encrestada. Vemos que las pistas del parque están muy poco desarrolladas, son difíciles y bastante duras, por lo que prefieren llevarnos hasta río Zambezi y aquí coger una barca motor y remontar del río hasta su campamento. El viaje en barca por el río si cabe es bastante más interesante, podemos ver todo tipo de animales que se acercan a sus orillas a beber, grandes bañas de hipopótamos, familias completas de elefantes y algún peligroso cocodrilo. En el pequeño muelle del campamento nos está esperando Grant, el hijo de Jenny y Dave Cumings, él vive en este campamento durante la temporada alta ya que en la época de lluvias el campamento permanece cerrado.

El campamento de Chiawa esta abierto desde 1989, en este año era el único campamento en todo el parque nacional de Lower Zambezi ahora dentro del parque hay seis. La palabra Chiawa significa " un buen lugar para descansar " especialmente después de un largo viaje, renombrados exploradores como Selous o Livingstone pasaron por esta zona.

Grant me dice que su padre todavía no ha llegado, y que le esperan mañana. Al parecer viene con su gran amigo el Padre Mckenna un fraile capuchino que esta en Zambia desde el año 1966 y que trabajó durante 18 años en la ciudad de Livingstone, ahora es el provincial de la orden de los capuchinos en el país. Me alegra saber que el Padre Mckenna viene a pasar estos días también al campamento, es un personaje bastante peculiar, antes de fraile fue boxeador y un experto judoca, de hecho entrena a la selección de Zambia en judo. Con sus 70 años y sus casi dos metros de altura sigue siendo una persona fuerte y robusta, estoy seguro que pasaremos grandes veladas juntos en el fuego del campamento.

Con Grant empezamos a organizar las actividades que podemos realizar desde el campamento, en principio prepararemos excursiones en barca y en canoa por el río Zambezi, también podemos realizar safaris en 4 por 4 tanto nocturnos como diurnos. Parece ser que una manada de perros salvajes ha aparecido en el Valle, cuando finaliza la época seca y ya se intuyen las primeras lluvias es frecuente que los Licaones aparezcan en estas zonas de fauna, ya que los Impalas comienzan a tener sus primeras crías, y es una caza fácil para estos perros, aunque son tremendamente eficaces cazando piezas grandes. Parece claro que hemos fijado como uno de nuestros objetivos la localización de este grupo de canidos ya que observarlos en libertad hoy en día es un auténtico privilegio dado que se encuentran en peligro de extinción y son muy difíciles de ver. Después de todos los preparativos y proyectos nos preparan una magnífica Lasaña y nos disponemos a comer. Hemos quedado que después de la siesta cogeremos el bote para empezar nuestra primera excursión por el río Zambezi, las tiendas están bajo árboles enormes y gracias a un ventilador conseguimos dormir sin apenas pasar calor; entre sueños he podido escuchar el rugido lejano de un león macho, me levanto rápidamente y busco a Grant, el también lo ha escuchado y me dice últimamente los leones están un poco revueltos, probablemente se deba a que alguna hembra este celo o a la visita inesperada de un macho ajeno a la manada. Por el día los leones se pasan las horas durmiendo, es raro escuchar esto rugidos a estas horas, por lo que cambiamos nuestro programa y nos decidimos a buscar a este león macho, después de varias horas de búsqueda a través de las duras pistas del parque nacional logramos nuestro objetivo y conseguimos ver un macho de unos cinco años de edad de un porte magnífico y de gran melena negra, haciendo caso omiso de nuestra presencia se pone a rugir justo delante de nosotros, Grant inmediatamente le reconoce y nos dice que es Dam, es, junto con su hermano, el macho dominante de una de las manadas del Valle, está solo y probablemente ruge para llamar al resto de su familia. Mientras observamos a este fabuloso macho Grant nos cuenta una historia en la que se vieron involucrados ambos. Una noche en un safari nocturno le vieron acechando a un gran búfalo, lo siguieron de lejos para tratar de ver la posible cacería que se adivinaba, sin molestar a ninguno de los dos. Finalmente la cacería se produjo cerca de un pequeño lago, donde al parecer habita un gigantesco cocodrilo. Al ver una comida fácil el cocodrilo salió del lago, consiguió incluso espantar al gigantesco Dam y hacerse con la presa, ante tan inesperado desenlace y observando un acontecimiento sin precedentes en la vida salvaje, Grant avisó por radio a sus compañeros en el campamento y rápidamente llegó otro coche con turistas para observar el dramático acontecimiento, sin embargo ese coche se colocó entre el cocodrilo y el lago, que es su camino habitual de huida en caso de peligro. Ante tal circunstancia el cocodrilo se puso nervioso giro inesperadamente, abandonó a su presa y corrió hacia lago intentando huir por debajo del coche, el ejemplar era tan grande que se quedó incrustado entre el suelo y el coche agitando con fuerza su gran cola. Los turistas que estaban dentro del coche gritaban asustados, el conductor no tuvo más remedio que arrancar el coche y continuar hacia delante atropellando al cocodrilo que afortunadamente no sufrió ningún daño y pudo continuar hasta su hogar, a los pocos minutos volvió a aparecer Dam esta vez trató de alejar su presa del lago y devorarla así mas tranquilamente.

Después de observar durante largo rato a este impresionante ejemplar de León macho, regresamos al campamento. Nuestro primer safari en el parque ha sido espectacular, hacía mucho tiempo que no veía a un León rugiendo. Era habitual escucharlo cada noche pero verlo es realmente difícil. En el camino de regreso, pudimos ver la fauna característica de este parque nacional, los Impalas cruzándose en nuestro camino dando impresionante saltos de casi nueve metros de longitud, pequeñas manadas de búfalos, elefantes y algún Waterback. De camino se hizo la noche y encendimos un potente foco para poder observar mejor la fauna que se descubría a nuestro alrededor. Según cómo refleja la luz la retina de los ojos de los animales los guías saben más o menos de qué animal se trata, así me dicen que por ejemplo un leopardo devuelve una luz anaranjada y parpadea con frecuencia cuando se le ilumina. Fue curioso al regresar que un animal nos devolviese tan sólo un solo reflejo, parecía un depredador, al acercarnos pudimos ver la silueta de una hiena, que probablemente había perdido uno de sus ojos en alguna lucha con Leones o con miembros de su propio clan.

Al llegar al campamento nos estaban esperando en la puerta con una toalla empapada en agua, nos limpiamos el rostro y las manos de ese polvillo característico que siempre te embadurna en cualquier safari africano. Nuestra primera parada en el campamento fue el bar, donde animadamente compartimos nuestra experiencia con otros viajeros, mientras tomamos una cerveza Moshi, fabricada en Zambia y que nada tiene que envidiar con las europeas. Con unos cánticos preciosos el staff del campamento nos anuncia que la cena está preparada, rápidamente nos dirigimos al comedor y esa noche cenamos cocodrilo.

Para el día siguiente teníamos previsto salir en las canoas y hacer una excursión por el río Zambezi. Nos levantamos temprano casi antes del amanecer y así lo hicimos. A lo largo del río Zambezi se pueden ver gran cantidad de aves, garzas, cigüeñas, avefrías, Martines pescadores y cormoranes.

La vida en el campamento de Chiawa es muy sencilla y tranquila, habitualmente se hacen dos actividades por día, las horas de máximo calor se aprovechan para comer y descansar y después de la cena es costumbre el tomar una copa en el bar o alrededor del fuego del campamento a orillas del río Zambezi, es cuando podemos escuchar las formidables historias que nos cuentan los más experimentados del lugar. Aprovechamos este momento para hablar con Dave Cumings y con el Padre Mckenna.

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