La noche cae, instalamos nuestro campamento escogiendo minuciosamente el lugar, encendemos el fuego y pronto surge una animada charla sobre los acontecimientos del día, sentados alrededor del fuego del campamento y esperando a que se haga la cena cada uno comenta ilusionado sus nuevas experiencias, el olor a carne impregna el ambiente, a lo lejos los Hipopótamos salen del agua y sus voces se escuchan en todo lo largo del río, las Hienas se les unen desde todos los puntos de la sabana lanzando largos y fuertes gritos, la interminable orquesta de sonidos naturales invade la noche, nuestra charla se transforma en murmullo, y un manto mágico y salvaje nos envuelve a todos, pronto nos quedamos mudos al escuchar el ronco rugido del León, sus bramidos truenan en la noche, el León, el rey que domina la noche Africana desde milenios, se encuentra a escasos metros de nuestro campamento, despacio nos levantamos de nuestras sillas, y con ayuda de las linternas descubrimos sus siluetas, el brillo de sus retinas al chocar con la luz de nuestras linternas les delata y nos damos cuenta de que aquí somos un injerto extraño en la perfecta maquinaria de la vida y muerte en
lunes
Campamento en la noche Africana
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